viernes, 25 de septiembre de 2009

Danzas, rezos e ignorancias

En las fiestas de la Mercè tienen lugar varias actividades relacionadas con Estambul, que me malicio que responden a un plan de marquéting de los actos como ciudad europea de la cultura en 2010, en el que Barcelona participa —en el plan, digo— a cambio de algún favor.

Una de las actividades es la actuación de derviches. No, no son jotas turcas, sino ceremonias de giro. Los giros forman parte —perdón por la simplificación— de técnicas con las que se busca la «disolución del yo», «la unión con el absoluto» la pérdida de la consciencia, en términos más físicos. Los derviches son sufíes, místicos musulmanes, en los que lo que domina es la ascesis, como en los místicos de cualquier religión. En la misma línea está la música qawwali, que ejecutó unos días antes un grupo (siento no recordar el nombre) paquistaní, en el que participan parientes del que fuera el mejor en esa disciplina, Nusrat Fateh Ali Khan.

Además de atender a la calidad musical de esas manifestaciones, me parece que es conveniente saber cuál es su origen, su finalidad, qué dicen y en qué piensan esas personas que están sobre el escenario. Por una parte, cierto respeto por las manifestaciones religiosas de los demás es bueno (y lo dice una atea confesa, militante y convencida de que la religión es el opio del pueblo, de muchos pueblos). Pero, además, se trata de evitar el ridículo de espectadores superenrollados bailando con aire de estar en la onda una canción cuya letra va repitiendo que Dios es grande. Vaya, como ponerse a bailar jotas al ritmo de gregoriano.

No es la primera vez; de hecho, es lo que ocurre casi siempre que se contrata algo árabo-musulmán. No se distingue bien entre los dos adjetivos de esa condición, no se entiende la lengua árabe (ni la persa ni la turco ni la amazig ni la urdu-hindi) y no se sabe casi nada del islam. Por supuesto que es el resultado del más inocente desconocimiento. Quizá quien decide que se veo eso y no otra cosa en un escenario debería pensar en explicar qué es lo que presenta; porque quiero pensar que quien toma la decisión (Ayuntamiento de Barcelona, pero podría ser cualquier otro) sabe de qué va el espectáculo, ¿no?

O quizá no. Basta echar un vistazo a la entrada derviche del diccionario de la RAE. Dice: «Entre los mahometanos, especie de monje». Después de la carcajada, me he puesto lívida, amoratada digo, de vergüenza ajena por la ignorancia y el poco rigor de quien haya escrito semejante definición.

La ignorancia es fantástica, porque es el primer paso para aprender. O lo que es lo mismo, ignorantes somos todos. Lo catastrófico es que no te importe serlo.

2 comentarios:

  1. Entre los mahometanos, especie de monje

    Clonk.

    (Era mi mandíbula, estampándose contra el suelo)

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  2. Sí, Cristina, el DRAE tiene unas cuantas de estas, supongo que en diversos ámbitos, pero en del islam se nota mucho que le encargaron la redacción de las entradas a alguien con pocos conocimientos y menos ganas. Un día de estos hago un post sobre la RAE porque son capaces de lo mejor y de lo peor.

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