miércoles, 7 de octubre de 2009

Democracia farmacológica

Vi una entrevista con Teresa Forcades en el programa Singulars (en este enlace se puede ver el programa íntegro), de TV3. Me lo encontré zapeando y casi me lo pierdo, porque vi la toca y yo soy alérgica a toda manifestación religiosa. No me gusta que lo primero que me dice alguien, con su ropa o sus aditamentos, sea en qué tiene fe; yo soy más partidaria del por sus obras los conoceréis, frase que tiene dueño, mira qué paradoja,cercano a la toca en cuestión.

Pero me llamó la atención la vehemencia de aquella mujer, y que oí la palabra medicina o salud o algo así. El caso es que aquella mujer, además de monja, es doctora en Salud Pública, especialista en Medicina Interna (Univ. Nueva York), doctora en Teología; Master of Divinity (Univ. Harvard) —¡qué cosas hacen en Harvard!— , y autora, entre otros libros de uno que tiene el poco conciliador y menos ambiguo título de Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas, que se puede descargar (en catalán y en castellano) en la web de la editorial Cristianisme i Justícia; y que el nombre de la editorial no lleve a juicios apresurados, ni sobre este libro ni sobre otros; para mí que les pesa más la justica que ninguna otra cosa.

De aquella entrevista, a mí me quedó la convicción (razonada y razonable, nada que ver con la fe) de que Teresa Forcades es una persona inteligente, valiente, perseverante, comprometida y militante con la salud y el bienestar de las personas y, por ello, razonable y sensata en la apuesta por medidas que tengan esa salud por objetivo y no se rigan ni por condicionantes ideológicos ni, por supuesto, por intereses económicos; además es mujer y monja, y no sé si ambas condiciones tiene que ver con todo lo demás que es y con lo que hace.

Hoy, en El Periódico publica una entrevista con Teresa Forcades, doctora en Salud Pública (ya sé que me repito) en la que explica porqué el tratamiento que se le está dando a la gripe A es absurdo, y no evita acusar a las farmacéuticas y a los políticos de sacudirse la responsabilidad y trabajar por sus intereses (no por la salud).

Yo ya no pensaba vacunarme, por un razonamiento un poco simple: si todo el hemisferio sur ha pasado el invierno sin vacuna y sin grandes desastres, ni en términos absolutos ni en relativos (otro día hablamos de las infecciones intestinales por no tener agua potable, la malaria, etc.), creo que yo podré pasar con caldos, zumos, y antitérmicos y analgésicos genéricos. Pero es que, además, hay que ver cómo canta esto a que viene el lobo, que viene el lobo, o dicho de otra manera, cómprenme, oh Gobiernos cobardes y ciudadanos aprensivos, unas vacunas y unos tamifluses, que este año tengo la cuenta de resultados un poco delicada; y acuérdense de que las empresillas estas las dirigimos gente con muchos contactos en todas partes. Como bien sabe El jardinero fiel.

Para lo que de verdad es buena la vacuna de la gripe A y los antigripales hiperespecializados de última generación es para la salud de la farmacéuticas; para la nuestra, igual hay que recordar aquello de con medicación siete días y sin medicamentos, una semana.

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