sábado, 12 de marzo de 2011

La efímera actualidad


Hasta ayer para todos los periódicos, televisiones, periodistas free-lance, blogueros y twitteros no había más noticia que Libia. Pero va y se produce un terremoto en Japón. En ese preciso instante en Ras Lanuf debieron de sentarse a beber un té Gaddafi y los resistentes libios; es probable que entonaran cantos fraternos, porque si no, no se entiende (yo no lo entiendo) que Libia ya no sea noticia, que no salga en las primeras planas que la inútil Unión Europea haya vuelto a adoptar una posición miserable y que ya no veamos ni oigamos conexiones con los corresponsales que intentan ser testigos de  la ignominia en Libia.

Un terremoto provoca destrucción y dolor. Y todo el mundo ofrece su ayuda (al menos de momento y con la impresión del momento, porque ahí está Haití: ni más ni menos, como antes). Pero un terremoto es un accidente (DRAE: Suceso eventual o acción de que involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas); ni se puede evitar ni se puede modificar ni es injusto. La tiranía y la guerra, sí. Dejar de hablar y, sobre todo, de actuar, sobre el crimen de Gaddafi, nos convierte en complices necesarios. Pero tantos días hablando de lo mismo nos aburre, ya no es emocionante como aquello de la plaza, ¿te acuerdas? Sí, hombre, en un país de esos, Marruecos o Túnez; no calla, que estaba el museo ese de los faraones.

En Libia siguen muriendo y sufriendo. En Yemen también tienen un campamento, contra el que ayer cargó la policía con gases, porras y fuego real. Llevan casi un mes en Sanaa intentando echar a otro tirano, además de una guerra civil larvada en el norte y otra en el sur. En Bahrein, siguen dale que te pego empeñados en protestar. En Marruecos no se conforman con lo que ha ofrecido el rey. En Arabia Saudí, a la que se les ha ocurrido rechistar les han dado sopas con honda. En Argelia la oposición intenta organizarse y, cada vez que salen a la calle, Bouteflika se encarga de que haya más policías manifestantes. En Túnez siguen intentando cambiar el país, ni más sin menos. Y en Egipto casi ni han empezado, pero, eso sí, ya se pueden hacer cruceros por el Nilo.

Estos árabes… ya no nos dan esas imágenes tan emotivas de la gente en la calle, ya no nos sobresaltan con sus muertos y heridos, ya no nos dejan que les tengamos lástima. Pero ha habido un terremoto en Japón, menudo festín para el periodismo. 

PS: Justo es reconocer el contundente editorial de hoy de El País.

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