lunes, 21 de marzo de 2011

Egipcios - y 4-



De todos esos egipcios históricos he ido acordándome a medida que se sucedían hechos  asombrosos (he visto cosas que vosotros no creeríais). Pero hay dos personas de volvían a mi memoria una y otra vez.

Farid  debe de tener alrededor de 45 años, y quizá algún hijo más del que tenía cuando lo conocí. Profesor de árabe, uno de esos egipcios orgullosos de su pasado, del remoto y del cercano, discutidor, de los que heredaron del periodo del renacimiento árabe (el primero, la nahda, porque quizá este sea el segundo) la pasión por opinar y conocer las opiniones de los demás, y la devoción por la prensa y los intelectuales, y el dolor de no ser lo que podrían ser. En la clase de lengua de los medios de comunicación se soltaba y se divertía. El primer día de clase nos hizo entender que Mubarak era un tirano y su hijo Gamal, un sinvergüenza. Ese día yo aprendí dos palabras nuevas: nacionalización y orgullo; y nos dio para trabajar un artículo del periódico de la oposición que hablaba de un preso preventivo acusado de injurias al presidente. Empezaba a opinar sobre cualquier cosa y cuando quería indicar que lo siguiente no se podía decir se ponía las manos cruzadas sobre la boca y hacía como el que se empeña sin éxito en abrir la boca. Otras veces dejaba una frase a medias y se pasaba el índice por el cuello,  con ese gesto que todo el mundo entiende como una ejecución. Y así, entre risas y gestos, nos contaba la historia de Egipto y diseccionaba los intríngulis políticos. Debe de estar feliz.

El otro es Zakaria Ibrahim. No sé si es el fundador, pero desde luego, sí el ideólogo de at-tanbura. Tocaban (tocan) los miércoles por la noche en un café de Port Said (en realidad, en  Port Fuad que es la parte de la ciudad que queda al otro lado del canal de Suez). A lo largo de, al menos, tres horas iban subiendo y bajando hombres al escenario. Se añadían a una canción o empezaban una nueva, a cantar o a bailar. Se reían, hacia bromas, entre ellos y con un público en el que todos se conocían y coreaban las canciones. Zakariya me contó que en origen el grupo salía de los trabajadores del canal, de aquellos que tuvieron el orgullo de estar en el tajo cuando se nacionalizó (otra vez las dos palabras: orgullo y nacionalización) y que la mayoría de las canciones hablaban de eso, de resistencia, de lucha, de dignidad, del opresor, de libertad. No sé si habrán vivido estos dos meses con la amargura del que ve vencida su revolución, con la  ilusión del que nunca deja de ser revolucionario o con la indiferencia del que ya ha visto el mundo patas arriba una vez.


Los egipcios parecen tener mucha prisa para cerrar etapas (quizá algunos quieren coger el control antes de que los demás se organicen). Hoy han votado en referéndum algunos cambios en la Constitución. La propuesta de la junta militar y de los Hermanos Musulmanes ha obtenido más del 70 % de los votos; y la propuesta es de unos cambios mínimos que da la posibilidad de que esos dos grupos mantengan todo el control. No parece un buen principio, y tampoco es cosa de organizar una revolución cada año. Sin embargo, cuando hace unos meses mucha gente solo iba a votar previo cobro de una cantidad que variaba según el barrio donde tocara votar, hoy los egipcios han ido a votar en masa y han hecho colas ordenadas y tranquilas; a la vista de eso, las naves en llamas más allá de Orión y los rayos C brillando en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäusser son una fruslería.

PS: Los partidarios del no querían una Constitución completamente nueva, que hubiera un gobierno de transición, para que el proceso no se produjera bajo el mando de la junta militar y que se dejara pasar algo de tiempo para que se organizaran los partidos políticos y pudieran dar a conocer sus propuestas. Las reformas aprobadas establecen que ni un cristiano ni una mujer pueden ser presidentes del país y mantiene que la sharíaa es la fuente de la legislación.

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