sábado, 24 de abril de 2010

De ciencia o de letras

Leo en un suplemento cultural la reseña de José Manuel Sánchez Ron (de hecho, sus reseñas son de las pocas que leo porque no me parecen publicidad) sobre el libro Física para futuros presidentes. El crítico parte de que no es posible tomar decisiones en el mundo actual sin saber física. Cierto, hay que saber de energía nuclear, circulación general atmosférica, rayos y ondas de todo tipo, dinámica de fluidos y unas cuantas cosas más para adoptar medidas no solo de gestión sino, también de gobierno.

No es lo mismo gestionar que gobernar, aunque la mayoría de los gobernantes (de los políticos) actuales se conformen con la primera tarea. Piensan que con rodearse de buenos técnicos (el primo de Rajoy que sabía de cambio climático) y dejándose asesorar ya están salvados y pueden tomar decisiones. Siempre me ha inquietado que un montón de personas (presidentes de países) firmen acuerdos sobre cómo detener un virus sin saber qué es un virus o sobre protección medioambiental sin entender cómo funciona una red trófica. Así que me parece buena idea que los gobernantes lean un libro (divulgativo y de cuatrocientas páginas) sobre física; me gustaría que también leyeran uno de ecología (no de ecologismo), uno de matemáticas, uno de química, uno de farmacología, uno de geología, algo de microbiología y de genética…

Leo también que las multinacionales de la alimentación intentan presionar a los médicos para que recomienden sus alimentos funcionales (los que además de alimentar se supone que proporcionan salud, como si no fuera eso lo que tiene que hacer todo alimento) en competencia con eso buitres que se ven en los ambulatorios, dispuestos a obsequiar a nuestros médicos con viajes y estancias en hoteles de lujo (en forma de congresos) a cambio de que nos prescriban sus fármacos, sin que nosotros recibamos (ni exijamos) explicaciones (no doctrina) sobre la necesidad de tomarlos.

Así que ya puestos, sería conveniente que los ciudadanos también leyeran sobre ciencia. He visto pocas actitudes más paletas que eso de decir «es que yo soy de letras» para desentenderse de todo conocimiento científico y desinteresarse de… todo; porque cómo funciona la vida y el mundo (con todos los artilugios y fenómenos que usamos) lo explica la ciencia (quizá la literatura enseñe a vivir, pero no explica la vida). Y sin embargo, muchas personas no tienen ningún interés en entender esos menajes publicitarios sobre alimentos que obran maravillas en su cuerpo, detergentes que hacen cosas sobrenaturales y cremas que contienen sustancias y moléculas prodigiosas; ni cómo puede ser que un volcán bloquee (o no) un continente, por qué hay países que parecen condenados a que el destino los machaque a terremotos, a qué se debe esa manía de ir a pescar a Somalia (y porqué la alteración del fondo del mar que provocan las redes de arrastre lleva a la desaparición de los peces) y que no es posible dedicar la selva a cultivos después de talar los árboles.

La fama de cenutrios siempre la ha tenido la gente de ciencias, pero lo cierto es que casi todas las personas que yo conozco de ciencias tiene una cultura notable (leen, van a exposiciones y a conciertos, ven películas, saben algo de historia, viajan…) y, desde luego, no presumen de no saber nada de letras. Será porque entender cómo se duplica el ADN y que dependemos de que estén bien situadas esas míseras cuatros bases nitrogenadas da un baño de realidad y humildad que aleja de las grandilocuencias (algún científico pedante también conozco). Sí, es muy conveniente que los gobernantes aprendan algo de ciencia; y más aún que se apliquen los gobernados, para no ser manipulados por magos y alquimistas de esos que atesoran conocimientos vetados a los mortales. Por eso y porque hay que ser muy inculto para no considerar que la ciencia es cultura. Es difícil dejar de ser un patán sin conocer el segundo principio de la termodinámica, aunque te hayas leído todo Proust, todo Schopenhauer y entiendas a Joyce.

7 comentarios:

  1. He leído abochornado tu comentario, ya que aunque me atrae mucho la ciencia, creo que soy de letras, y desde luego un ignorante en matemáticas y física. Al leer esto veo que la termodinámica es mucho mas importante de lo que suponía: http://www.publico.es/ciencias/307506/amor/existe/segun/matematicas

    Un saludo

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  2. Gracias Narciso, por el artículo de Público. Me parece muy buena la formulación físico-matemática de esa idea que dice "Es que ahora no aguantan nada y a la mínima se divorcian". De todas maneras, hay un punto de vista científico complementario que explica el mismo fenómeno y que tiene que ver con las hormonas (endocrinología, biología, en general); yo diría que la endocrinología tiene que ver con los primeros términos de la ecuación.
    Pero más allá de lo divertido del planteamiento, lo que quiero decir es que los esfuerzos por ser más libres y autónomos y tener más capacidad de decidir y de analizar pasan (ya hace tiempo) por saber "de ciencias".
    Cariñosos saludos,

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  3. Yo intento saber de ciencias, pero claro desde el punto de vista divulgativo. Y lo leo, y lo enlazo y lo recomiendo. Pero la verdad que me cuesta mucho, mucho y muchas cosas son imposibles para mi.
    Pero seguiré intentándolo.
    Salud

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  4. Un saludo Pilar, he leido tu artículo y me ha parecido muy interesante, así que ni corto ni perezoso lo he "movido" a mi pequeño blog para compartirlo con mi gente. Me ha entrado la duda de si tu puedes tener algún inconveniente con lo que tan alegremente he hecho.No tienes más que indicarlo y suprimiré el post.
    En cualquier caso gracias otra vez por lo que compartes.
    Un saludo.

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  5. Yo, que soy de ciencias, me considero un patán para las letras (aunque me esfuerzo, como Narciso pero al revés), y de mi ignorancia humanística no hago gala, sino todo lo contrario. Sin ir más lejos, me sonrojo cuando me pillan en un "mismo" anafórico.
    Así que coincido con lo leído en el artículo de Albórbola, y me entristece (antes me efurecía, será la edad) que ciertos clanes del gremio de las humanidades hagan gala y ostentación de su incultura científica.
    Claro que hay gremios que no sé si hacen ostentación (aunque sí exhibición impúdica) de su incultura total, adivine el lector a qué gremios me refiero.

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  6. Antaño, el hombre ilustrado sabía tanto de letras como de ciencias. El que la ciencia ya no cosquillee a las almas sensibles se debe al hincapié en la técnica y en su asociación con la industria, vista como una fuerza embrutecedora y venenosa. Aunque hay más factores involucrados, cómo no (falta de divulgación, hiper-especialización, etcétera).

    Todo pasa por la divulgación. Y por cerrarse menos en gremios. Cada vez más científicos tocan el arte: es el camino a seguir.

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  7. Que no se trata de flagelarse. Yo, sin ir más lejos, no sé ni de ciencias ni de letras. En realidad, sí que sé de ambas cosas, al menos lo suficiente para darme cuenta de que hay mucho que no sé, y eso es un paso de gigante comparado con la media.
    Fabrizio, haces trampa. Yo en el siglo I hubiera sido una erudita de la leche, y ahora soy una papanatas, pero es que había menos cosas para saber. No sé si la divulgación y el travse de ámbitos es el camino. Dante es venerado por lo que fue, sin divulgaciones ni adaotaciones ni leches. Ahí está la Comedia, en su sitio y en su valor, y forma parte de la Cultura, sin pomadas. A mí me parece que las redes tróficas y el ciclo de la materia son más fáciles de entender que Dante.

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