sábado, 17 de abril de 2010

Noticias de Somalia


En Somalia han prohibido la música. Ha sido el grupo ash-Shabab, que controla por la fuerza, por el terror, e investidos de la autoridad que les confieren las armas y, según dicen, el mismísimo Dios; claro que eso, Dios solo se lo ha dicho a ellos. En las emisoras de radio contraladas por el Gobierno (¿el Gobierno?) no se aplica, pero sí para las que están bajo el ojo vigilante de ash-Shabab; en estas, para rellenar huecos usan sonidos de disparos y de coches, ambos, por lo visto, muy sagrados e islámicos, como todo buen musulmán sabe. Porque resulta que prohibir la música responde a un supuesto precepto islámico y al respeto coránico.

A mí me gustaría encontrarme con un miembro de ash-Shabab, Corán en mano, para que me mostrara la azora de donde ha extraído semejante majadería. NI siquiera es original, solo ha copiado lo que se hizo en Irán y en Afganistán, con fracaso absoluto (con la prohibición, la parabólicas empezaron a adornar las azoteas iraníes; en las casas, las teles estaban sintonizadas permanentemente con emisoras libanesas de vídeos musicales con muchachas hipermaquilladas que movían las caderas al ritmo machacón y simple de melodías orientales). Porque un enorme problema en muchos países de mayoría islámica es que sus ciudadanos-fieles no son capaces de leer y entender los textos fundacionales de su religión y, por lo tanto, de juzgar, analizar y discutir la manipulación que sus dirigentes les imponen, unas veces por interés y otras porque son tan ignorantes como aquellos a los que dirigen.

Pero, religiones aparte, el asunto es que los somalíes están sometidos a un régimen de terror, además de al hambre, la guerra y la miseria, circunstancias todas ellas que son de todo menos nuevas. A mí se me ocurre convocar a la solidaridad con los ciudadanos somalíes, pero con la fama que los precede, no va a tener mucho éxito; además, siendo como son negros, musulmanes, africanos y pobres, no creo que  nos importe si cantan y bailan, ni siquiera si les cortan el cuello. Para que un somalí aparezca en los periódicos europeos tiene que secuestrar un barco nuestro, que aquí tenemos cosas importantes de las que ocuparnos: aeropuertos cerrados, estatutos y partidos de fútbol; perspicaz, incisiva y moderna que es la prensa.

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