Dice at-Tahtawi que el islam es compatible con la sociedad contemporánea. Cree que el sistema de gobierno ideal es una autocracia limitada por la sharíaa, la cual debe adaptarse a los tiempos, y entiende que debe haber separación de poderes, si bien piensa en algo más parecido a los estamentos medievales que a Montesquieu; los ulemas deben ser un contrapoder del rey y deben conocer los saberes modernos para poder adaptar las leyes. El asunto socava los cimientos del sistema porque implica reformar las instituciones educativas islámicas, empezando por al-Azhar, de donde él ha salido y que es (entonces y después) paradigma del inmovilismo. Propone una sociedad inspirada en los científicos (había trabajado unos años en los sistemas de irrigación del Nilo). Defiende la libertad individual de acción y de empresa y una justicia basada en la equidad y en la aplicación de leyes justas.
Impresionado por la sociedad europea, es partidario de una idea decimonónica del progreso (producción y acumulación de riquezas) motivado por el patriotismo, que es la base de las virtudes políticas; ese progreso requiere que los ciudadanos crean en las virtudes sociales y las practiquen; y a eso solo se llega por la educación, en la que hay que incorporar los nuevos conocimientos. El problema de las sociedades islámicas es que han perdido tales virtudes por culpa de gobernantes corruptos. Propugna una enseñanza primaria universal porque, afirma, una persona que sabe leer y escribir puede estudiar, aprender las innovaciones que atañan a su oficio y mejorar en él, no importa lo simple y humilde que sea. Además, el pueblo debe participar activamente en el proceso de gobierno, pero para eso debe estar educado. También cree que las mujeres deben educarse, porque una mujer está capacitada para trabajar, pero para eso necesita estudiar, y porque así educará mejor a sus hijos.
Anteayer, el portavoz de al-Azhar, dimitió de su cargo. Quería ir a la plaza at-Tahrir a manifestarse contra el régimen y por la libertad del pueblo egipcio, pero era su postura personal y no la de la institución, si bien quiso insistir en que el islam prohíbe toda forma de injusticia. Se llama Muhammad Rifaa at-Tahtawi y es descendiente de aquel imán que fue a París.
PS: El libro donde relata su experiencia en París es Tajlis al-Ibriz fi Taljis Bariz (versión en inglés: An imam in Paris) y aunque su prosa puede resultar un poco pesada para el gusto occidental, resulta casi tierno ver a ese hombre admirado porque todas las calles tengan alcantarillas o por los muebles y paredes pulcros y cuidados de las casas).
Las transliteraciones de los nombres y otros términos árabes de esta entrada son una simplificación que busca la similitud fonética con el original al ser leídas con el valor fonético de las letras en español.
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