lunes, 7 de febrero de 2011

Egipcios -1-


Rifaa Rafii at-Tahtawi (1801-1873) era un imán educado en al-Azhar y destinado a enseñar en al-Azhar, pero se cruzó en su camino la decisión de Muhammad Ali de mandar unas misiones educativas a París. Ali se daba cuenta de que Egipto se quedaba atrás y necesitaban jóvenes formados. Pero mandar unos jóvenes egipcios a París era una empresa arriesgada, al menos sin un líder espiritual, alguien que velara por que no se descarriarán. Ahmad al-Attar, un magebrí  que había estado en contacto con franceses, dirigía al-Azhar y cuando le preguntaron por alguien que pudiera ir con la primera misión de estudiantes, recomendó a at-Tahtawi.

El imán llega a París en 1826. Se queda cinco años, en los que estudia una especie de bachillerato, lee todo lo que pudo, y, sobre todo, observa. Al volver convence a Muhammad Ali de que cree una escuela de traductores. Él mismo se dedicará a la traducción sin descanso, convencido que que Egipto necesita todo el conocimiento europeo. Una de las cosas que ha aprendido es que en Egipto habían gobernado grandes faraones y que su país tenía una historia larga y rica que en el resto del mundo estudiaban, pero que nadie en Egipto conoce. Entra como traductor en las escuelas de Artillería Medicina (en esta acaba impartiendo clases de anatomía). No tiene límites, quiere saber de todo y escribir, para que los egipcios puedan aprender. Tras cuatro años semiproscrito en Sudán, vuelve, ya con Ismaíl  como jedive del Imperio otomano,  lo nombran asesor del Gobierno en materia de educación, En ese periodo hace que la imprenta estatal publique los clásicos árabes (como Ibn Jaldún).

Dice at-Tahtawi que el islam es compatible con la sociedad contemporánea. Cree que el sistema de gobierno ideal es una autocracia limitada por la sharíaa, la cual debe adaptarse a los tiempos, y entiende que debe haber separación de poderes, si bien piensa en algo más parecido a los estamentos medievales que a Montesquieu; los ulemas deben ser un contrapoder del rey y deben conocer los saberes modernos para poder adaptar las leyes. El asunto socava los cimientos del sistema porque implica reformar las instituciones educativas islámicas, empezando por al-Azhar, de donde él ha salido y que es (entonces y después) paradigma del inmovilismo. Propone una sociedad inspirada en los científicos (había trabajado unos años en los sistemas de irrigación del Nilo). Defiende la libertad individual de acción y de empresa y una justicia basada en la equidad y en la aplicación de leyes justas.

Impresionado por la sociedad europea, es partidario de una idea decimonónica del progreso (producción y acumulación de riquezas) motivado por el patriotismo, que es la base de las virtudes políticas; ese progreso requiere que los ciudadanos crean en las virtudes sociales y las practiquen; y a eso solo se llega por la educación, en la que hay que incorporar los nuevos conocimientos. El problema de las sociedades islámicas es que han perdido tales virtudes por culpa de gobernantes corruptos. Propugna una enseñanza primaria universal porque, afirma, una persona que sabe leer y escribir puede estudiar, aprender las innovaciones que atañan a su oficio y mejorar en él, no importa lo simple y humilde que sea. Además, el pueblo debe participar activamente en el proceso de gobierno, pero para eso debe estar educado. También cree que las mujeres deben educarse, porque una mujer está capacitada para trabajar, pero para eso necesita estudiar, y porque así educará mejor a sus hijos.

Anteayer, el portavoz de al-Azhar, dimitió de su cargo. Quería ir a la plaza at-Tahrir a manifestarse contra el régimen y por la libertad del pueblo egipcio, pero era su postura personal y no la de la institución, si bien quiso insistir en que el islam prohíbe toda forma de injusticia. Se llama Muhammad Rifaa at-Tahtawi y es descendiente de aquel imán que fue a París.

PS: El libro donde relata su experiencia en París es Tajlis al-Ibriz fi Taljis Bariz (versión en inglés: An imam in Paris) y aunque su prosa puede resultar un poco pesada para el gusto occidental, resulta casi tierno ver a ese hombre admirado porque todas las calles tengan alcantarillas o por los muebles y paredes pulcros y cuidados de las casas). 
Las transliteraciones de los nombres y otros términos árabes de esta entrada son una simplificación que busca la similitud fonética con el original al ser leídas con el valor fonético de las letras en español.

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