sábado, 5 de diciembre de 2009

Lo que se (des)aprende leyendo

Pablo Giomi ha ganado la fase española del Concurso Hispanoamericano de Ortografía, que no es poco. Ha ganado a otros muchachos de diecisiete y dieciocho años, pero habría derrotado a muchos adultos cuya profesión exige que escriban mucho: escritores, redactores, publicistas, periodistas, maestros, etc. Y no, el muchacho no quiere ser escritor. Pablo quiere estudiar Ingeniería Química y se le pasa por la cabeza dedicarse en algún momento a la política, ya que le preocupa la situación de su país, Argentina, y su actual derrota (en el sentido marinero) peronista. Para hacer más rico y complejo ese entramado de ciencias y letras, y completar su singularidad, práctica la esgrima, deporte al que se dedican personas (estadísticamente) raras.

Así que Pablo es uno de esos jóvenes —que cuando sean adultos dirigirán el mundo donde viviremos los que ya seremos ancianos— que no sale en los periódicos por conducir sin carnet ni por grabar palizas con el móvil ni por hacer botellón salvaje, que no gritan ni insultan a sus padres ni se pasan el día en el messenger hablando de banalidades… No, todos los jóvenes no son iguales; una obviedad, ya que no todos los adultos somos iguales, y no parece probable que nos diferenciemos de repente a partir de los veinte años.

Parece que lo que ha determinado la destreza de Pablo con el vocabulario es la lectura. Lee desde muy pequeño y confiesa que aunque quedaría mejor decir que el primer libro que lo entusiasmó fue El Quijote, fue Harry Potter. Siempre se ha dicho que a escribir (y a hablar) se aprende leyendo, pero tal como salen los textos publicados hoy en día la cosa se pone difícil. Si en los best-seller, esos libros que leen millones de lectores, hay faltas de ortografía, si los periodistas no distinguen entre deber y deber de y si los profesores confunde escuchar con oír, es difícil que los chavales aprendan ortografía, sintaxis y cualquier disciplina relacionada con la lengua.

Las editoriales y los medios de comunicación son empresas, sí, pero, ¿desde cuándo ganar dinero exige tratar mal la materia prima que proporciona las ganancias? La prensa escrita empieza a pensar en cobrar por sus contenidos en Internet. Hay artículos y periodistas que no quiero leerlos ni que me paguen a mí; primero que invierten en aprender a escribir. Y los editores ya andan pidiendo que se castigue a quien, en el futuro, se descargue los libros; esos que nos venden a veinticinco euros a pesar de que están llenos de taras en forma de anacolutos y solecismos.

2 comentarios:

  1. Entramado de ciencias y letras, hacer más rico, esgrima, personas raras... Gracias. No se me ocurre nada más.

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  2. Tuve ocasión de visitar a Ana Mª Matute hace unos años con mi hija. Conversamos -conversaron- largamente, entre otras cosa de la lectura.
    "¡Viva Harry Potter!" exclamó Ana Mª en un momento dado.
    La cosa tenía sentido. Los libros de Harry Potter han abierto una puerta enorme a través de la cual entrar en la lectura, y el tal Pablo Giomi supo cruzarla. Nada malo hay en ello.
    Lo malo es que muchos se quedan en el umbral.

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