Handala es el dibujo de un niño, cuyo creador, Nayi_al-Ali, siempre representó de espaldas, sin
cara y mudo, como el mundo ve a Palestina. Hasta el nombre es simbólico; handala
es el nombre árabe de la tuera (o coloquíntida), una planta propia del desierto cuyos
frutos son tan amargos que, dicen los beduinos, ni los camellos muertos de
hambre y sed se comen. Y por esas características, en la poesía preislámica árabe
la tuera es una metáfora de la amargura por el abandono y la desolación
por la soledad.
Ahora resulta que el reconocimiento por parte de la Unesco de Palestina es
suficiente para que EE. UU. deje de pagar su cuota a ese organismo
internacional y para que Israel construya
nuevos asentamientos de colonos. Que Israel se haya pasado por el forro todas las
resoluciones de la ONU no da ni para un tirón de orejas (de embargos y sanciones
ya ni hablamos). Claro, pertenecer a la Unesco es más criminal y cruel que las detenciones
arbitrarias, las torturas en las cárceles israelíes, arrasar los cultivos,
arrancar los olivos y echar a la gente de su casa. Tiene bastante lógica que ante
las respuestas al intento de Abbas de obtener el reconocimiento internacional,
los palestinos crean que Hamás es más eficaz.
El niño Handala o la calabaza de la tuera podrían estar en medio de la
bandera Palestina. No hay nada que represente mejor a los palestinos que la
amargura.
PS: Los órganos de gobierno de la Unesco votan (según procedimientos acordados por todos sus miembros) e Israel, como no le gusta el resultado, suspende la entrega a la Autoridad Nacional Palestina de los impuestos que recauda en su nombre, tal como se acordó en la conferencia de Oslo; o sea, que además, son unos ladrones. Shylock parece el ejemplar más noble del pueblo judío.
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