Hasta ayer para todos los periódicos, televisiones, periodistas free-lance, blogueros y twitteros no había más noticia que Libia. Pero va y se produce un
terremoto en Japón. En ese preciso instante en Ras Lanuf debieron de sentarse a
beber un té Gaddafi y los resistentes libios; es probable que entonaran cantos
fraternos, porque si no, no se entiende (yo no lo entiendo) que Libia ya no sea
noticia, que no salga en las primeras planas que la inútil Unión Europea haya
vuelto a adoptar una posición miserable y que ya no veamos ni oigamos
conexiones con los corresponsales que intentan ser testigos de la
ignominia en Libia.
Un terremoto provoca destrucción
y dolor. Y todo el mundo ofrece su ayuda (al menos de momento y con la
impresión del momento, porque ahí está Haití: ni más ni menos, como antes).
Pero un terremoto es un accidente (DRAE: Suceso eventual o acción de que
involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas); ni se puede
evitar ni se puede modificar ni es injusto. La tiranía y la guerra, sí. Dejar
de hablar y, sobre todo, de actuar, sobre el crimen de Gaddafi, nos convierte
en complices necesarios. Pero tantos días hablando de lo mismo nos aburre, ya
no es emocionante como aquello de la plaza, ¿te acuerdas? Sí, hombre, en un
país de esos, Marruecos o Túnez; no calla, que estaba el museo ese de los
faraones.
En Libia siguen muriendo y
sufriendo. En Yemen también tienen un campamento, contra el que ayer cargó la policía con gases, porras y fuego real. Llevan casi un mes en Sanaa intentando echar a otro tirano, además de
una guerra civil larvada en el norte y otra en el sur. En Bahrein, siguen dale
que te pego empeñados en protestar. En Marruecos no se conforman con lo que ha
ofrecido el rey. En Arabia Saudí, a la que se les ha ocurrido rechistar les han
dado sopas con honda. En Argelia la oposición intenta organizarse y, cada vez
que salen a la calle, Bouteflika se encarga de que haya más policías
manifestantes. En Túnez siguen intentando cambiar el país, ni más sin menos. Y
en Egipto casi ni han empezado, pero, eso sí, ya se pueden hacer cruceros por
el Nilo.
Estos árabes… ya no nos dan esas
imágenes tan emotivas de la gente en la calle, ya no nos sobresaltan con sus
muertos y heridos, ya no nos dejan que les tengamos lástima. Pero ha habido un
terremoto en Japón, menudo festín para el periodismo.
PS: Justo es reconocer el contundente editorial de hoy de El País.
PS: Justo es reconocer el contundente editorial de hoy de El País.
No hay comentarios:
Publicar un comentario