Hace 8 años
martes, 21 de diciembre de 2010
Luna de Niamey
domingo, 19 de diciembre de 2010
Lecciones africanas
Uno de los wikilieaks del día es que el presidente de Sudán escondió en bancos británicos 6.800 millones de euros. Parece ser que en muchos países africanos hay corrupción. ¡Vaya! por fin hemos dado con uno de los mayores impedimentos para que los africanos vivan con dignidad y sin hambre. El otro es la codicia y la falta de escrúpulos del llamado primer mundo, o sea, nosotros. Para que el presidente de Sudán tenga esa pasta en bancos británicos necesita colaboradores, como los bancos que no le hacen ascos a su dinero. Entre ellos está el Lloyds, cuyo rescate han pagado los ciudadanos a escote. Igual el tiparraco este pone algo para agradecer los servicios prestados por Europa, porque esa pasta no se la hace un africano si no cuenta, no solo con la aquiescencia, sino con la participación activa de empresas y gobiernos europeos. Luego nos reímos de ellos y decimos que están en párvulos de democracia, porque al día siguiente de laselecciones, hay golpe de Estado y vuelve al poder el presidente que había. Con el consiguiente lío, fíjate, otra vez a localizar la capital de Costa de Marfil.
Nunca se sabe si los buenos eran los depuestos o los golpistas. En Níger hubo un golpe de Estado en febrero de este año. Que si el anterior quería perpetuarse en el poder, que si había cambiado las estructuras políticas contra la Constitución... como si a los nigerinos les importara la Constitución (alrededor del 80% de analfabetismo, puesto 161 en el Índice de Desarrollo Humano). Dicen por Niamey que el presidente depuesto era nacionalista, que quería recortar los privilegios de Francia en la explotación del uranio y darle más bola a China (cuando nos demos cuenta, toda África será China). También dicen que el golpista, en realidad, tiene la muy buena intención de modernizar el país e ir modificando costumbres y comportamientos tradicionales que tanto lastran su desarrollo. Con lo que sabemos (con lo que sé) de Níger es imposible hacerse una opinión.
Hay algún indicio en Niamey de que la
corrupción también allí es un problema, y extendido. Si no fuera así, no
se le habría ocurrido a alguien poner unos carteles gigantes y muy didácticos;
ya hace tiempo, habida cuenta de su estado actual. No sé cuántas personas, de
las que sabían leerlo, prestaron suficiente atención al cartel de marras para
partirse la caja al llegar a la última consecuencia anunciada: «Retirada de
los inversores extranjeros»; esos que nada tienen que ver con la corrupción. No
me consta que en las ciudades españolas vayan a poner unos carteles como este,
a pesar de que aquí contamos con la ventaja de saber leer.
Publicado por
Unknown
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Etiquetas:
África,
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martes, 14 de diciembre de 2010
Lavanderías nigerinas
En Niamey el polvo se te mete debajo de las uñas y la mugre se pega a los talones. Sin embargo, la gente va insospechada y misteriosamente limpia. Quizá el secreto esté en la sofisticada tecnología de las lavanderías. Nadie se plantea otra manera de lavar que no consista en sentarse en el suelo y pasar horas frotando. Tampoco parece que a nadie le parezca buena idea poner una cuerdas y colgar la ropa (no obstante, en la residencia de la Misión Católica sí tienen un par de cables y algunas pinzas).
También les parece muy raro a los nigerinos la idea de poner un palo al instrumento que se usa para barrer (una escoba como las que antiguamente se fabricaban con brezos). Mohammed, que barre el patio, no ve cual es el problema de andar toda la mañana con el lomo doblado para retirar un polvo que volverá a entrar por una punta del patio antes de que él llegue a la otra. Tampoco le parece una tarea inútil: C'est comme ça; toujours c'est comme ça.
No me he atrevido a preguntar si alguien tiene lavadora ni qué hacen en la estación de lluvias.
domingo, 12 de diciembre de 2010
Vidas insospechadas
La vida en Níger no es fácil, punto, casi final.
martes, 7 de diciembre de 2010
El gran salto
Llevo días con esa imagen en la cabeza, no es constante, pero
se me aparece de vez en cuando, en situaciones y en lugares insospechados, sin avisar, sin que nada la anuncie. Cuando
creo que ya no volverá, asoma de nuevo y me rasga los párpados. No se me borra
la imagen de un Mario Monicelli decrépito, con la fragilidad que desprenden los
ancianos. No consigo dejar de imaginarlo con esos
camisones humillantes de los hospitales, buscando a tientas la ventana adecuada y una silla a la que poder encaramarse para alcanzar a su objetivo. No
puedo cesar de pensar en un viejo extenuado por un cáncer terminal y agotado por la
lucidez que no te muestra más horizonte que la desesperanza. No se me agota la
pena de sospechar la desazón de sentirse abandonado en el último momento y ya
para siempre. No me abandona la rabia de intuir la angustia de decidir que para
sortear el dolor buscarás dolor y que no habrá sosiego y calor en el último segundo. Quiero pensar que se imaginó una escena cómica en la que un anciano casi ciego tropieza, consigue a duras penas subirse a la silla y con la última fuerza darse el impulso suficiente para saltar por la ventana.
Con la rabia de pensar que la dignidad de Monicelli y su combativa integridad no hayan merecido algo más de compasión, me encuentro con el reportaje que le dedican a un ciudadano llamado Carlos Santos, quizá menos combativo, pero no menos íntegro. Sí, sí que hay formas más dignas de morir.
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